28 mayo 2008

Nota La Voz del Interior


Ana Ruiz y Rodrigo Cuesta no pueden ocultar la tristeza. Traen la propia y la de sus compañeros de El Cuenco, la sala de teatro independiente que cierra sus puertas en julio. Sencillamente, no les renuevan el alquiler. La situación corresponde, entre otras cosas, al ritmo del negocio inmobiliario de la zona. Ubicada en Libertad 326, la sala ha visto crecer en los 12 años de existencia el sector que avanza sobre el río.

Un puñado de estudiantes de la licenciatura de teatro de la UNC llegó al lugar en 1996. Los jóvenes actores convocaron al director Roberto Videla, que fue parte de El Cuenco durante la etapa en que el equipo se puso de pie.

“En El Cuenco se presentan 10 espectáculos por temporada, más las funciones de los festivales. La sala siempre participa y es muy buscada por sus dimensiones: 8,5 metros x 35 metros de profundidad. Es la más grande del circuito independiente de Córdoba”, comenta Rodrigo Cuesta, actual director del Elenco Universitario de la UNC. Allí también ensaya el elenco que no tiene por ahora un espacio destinado.

Con la modalidad de centro cultural, El Cuenco ofrece desde su inauguración, talleres de teatro, cursos de formación a cargo de profesionales invitados, como el de improvisación, con siete directores, o los cursos de danza asistidos por la Fundación Julio Bocca.

“La sala ha tenido reconocimiento, ya sea por la tarea dramatúrgica, actoral o del grupo. Al quedarnos sin lugar, no tenemos donde ensayar. Incluso, un grupo como Fra Noi de Colonia Caroya –primos nuestros– que siempre viene a El Cuenco, tendrá que buscar sala”, dicen.

El perfil del lugar incluye a tesistas de teatro, una población que fluye entre los responsables de la sala, docentes de la Universidad Nacional de Córdoba.

“Los alumnos y egresados presentan sus espectáculos de investigación. Por otra parte, tenemos vínculos con la Municipalidad, con la Secretaría de Cultura de la Provincia y el Instituto Nacional del Teatro. Hasta ahora, el alquiler no era muy alto, pero nos costaba pagarlo porque en la actividad cultural, la ganancia es poca”, explican.

Entre 2005 y 2006, en la etapa post Cromañón, para tener la habilitación, acondicionaron la sala e hicieron una inversión, para seguir funcionando. Cuando caducaba el contrato de alquiler, incluso hablaron de la posibilidad de comprar el lugar. Pero los planes de la propietaria son otros.

“El 31 de julio se cierra la sala. Puede haber un efecto dominó entre los grupos que alquilan sus salas. Queremos conseguir un lugar permanente, para continuar trabajando; comprar mediante subsidio o crédito, un nuevo lugar. Volver a alquilar no tiene sentido porque estaremos con el mismo problema dentro de un tiempo”, comentan.

Con el fin de comunicar esta situación, El Cuenco está organizando una movida teatral en la sala, entre el 20 y el 30 de junio. Para eso, convocan a los grupos que quieran participar. Ya se han movilizado para firmar petitorios y han mantenido conversaciones con la Red de Salas (13) que les dio su apoyo y algunos funcionarios provinciales. El Cuenco es una asociación civil sin fines de lucro, con personería jurídica.

Desde que llegaron, la calle Libertad no ha cambiado mucho. Recuerdan que Nada que decirnos, la tesis de Cipriano Argüello Pitt, fue la primera obra que se vio en ese espacio, en abril de 1996.

“Los vecinos van cambiando pero siempre hay niños en la cuadra. Lo único que está igual es el bar de Libertad y Maipú”, señalan los actores con nostalgia.

Beatriz Molinari

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